miércoles, 4 de diciembre de 2013

Córdoba y su carencia de hombres íntegros


Pleno momento del saqueo. Una imagen simbólica. Un varón corriendo en medio de un supermercado, llevando  en sus hombros una media res. De repente, su mirada se paraliza ante otro objeto que tienta su hambre. Se trata de una TV LED. El hombre titubea. Su hambre no. Es la res o la TV. El dilema acaba rápido. Abandona la red, arrojándola al suelo, y sus hombros se cargan del electrodoméstico tan deseado para sus intenciones.

La escena descripta es una de las tantas que, llenas de violencia, se repetían por toda la capital provincial, de la bonita Córdoba. Los integrantes de la fuerza policial seguían autoacuartelados y los vecinos, junto a los comerciantes de la ciudad, se defienden por su cuenta de los saqueadores específicos carentes de un discurso que justificara sus hechos.

El acuartelamiento de la policía (5 mil efectivos de un total de 22 mil ¿...?) generó consecuencias devastadoras. La ciudad se transformó en tierra de nadie y se cuentan por decenas los saqueos en supermercados y comercios, robos a punta de pistola a automovilistas, y asaltos en viviendas particulares. En medio de todo esto el olor evidente de una organización perfectamente trazada entre ciertas autoridades provinciales y aquellas redes que desde lo suburbano trazan, en el día a día, los lineamientos del narco cordobés. Evidencia de una ciudad que hace años viene siendo liberada a causa de las contrataciones entre los jueces,los  policías, las bandas del crimen y otras yerbas políticas.

Todo tipo de comercios fueron víctimas y las escenas que se vivían eran estremecedoras. Una película bizarra de un futuro inimaginable parecía estar siendo filmada a lo largo de esta ciudad. La gente corría en las calles y saqueaba todo tipo de productos. Mujeres embarazadas arrebataban cochecitos y productos para bebés. Se vio hasta camionetas cero kilómetro cargando mercadería. Sin embargo, todo esto, no es producto de una ficción sino trazada por un libreto de Hollywood, sino que son escenas de una triste y detestable realidad. 

Foto:
Un adolescente carente de bebidas alcohólicas saciando su necesidad.
Comerciantes lloraban por las calles, desconsolados al ver el estado de sus comercios: Una voz llena de ira expresaba: “esto no es hambre, me robaron bebidas alcohólicas y electrodomésticos”, era el grito del dueño de un supermercado que no podía entender la anarquía que se vivía en la ciudad. Los malvivientes no hicieron diferencias a la hora de los saqueos.

En el inicio de esta nota hice una y otra vez referencia al hambre. Pues bien, el hambre inspirador del saqueo cordobés se origina en el materialismo práctico que hoy domina el corazón de los argentinos, alimentado por el hedonismo y el consumismo salvaje. No es la manifestación de estómagos vacíos, sino la de almas humanas llenas de vaciedad. 

Estamos en el mes de diciembre pero del año 2013. Algunos medios, mal intencionados, quieren transmitirnos las noticias sacando provecho del doloroso recuerdo de aquel diciembre del 2001, lleno de escenas de saqueos producto de los años de opresión económica neoliberal. Aquellos saqueos tenían como protagonistas a familias enteras arrebatando todo tipo de alimentos a causa del hambre que muchos de ellos vivían. Hoy, los comunicadores de estos medios monopólicos, hablan de "carentes". Yo tomo la palabra no compartiendo su aplicación. Son carentes sí, pero no de recursos y medios materiales, sino de su dignidad humana. Son carentes, sí, pero no de alimentos, sino de integridad. Son carentes, sí, pero no de empleo, sin más bien de principios y valores. Son amadores del dinero, más que de Dios y su prójimo. En pocas palabras, son carentes de un llamado a ser personas de propósito y destino.

Córdoba, así como la Argentina toda deberá volverse en sí y reflexionar en dónde ha caído. Cada provincia argentina deberá preguntar por el diseño de propósito que tiene escondida en Dios. ¡Argentina deberá volverse hacia el gobierno del Eterno Abba! 

Con amor al Mesías y por mi patria los bendigo.

P.A. David Nesher

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