sábado, 31 de agosto de 2013

El Raty Horror Show: "Desgraciada es la generación cuyos jueces merecen se juzgados" Tato Borea


El título de este documental (y la fama de su director Enrique Piñeyro) anticipan un film de denuncia, en este caso contra la Policía Federal, específicamente en un hecho puntual ocurrido en 2005 que la prensa denominó como “la masacre de Pompeya”. Durante estos lamentables sucesos, Enrique Piñeyro nos demostrará que el único imputado en esa causa, de apellido Carrera, que está en prisión desde ese año hasta la actualidad, no solo es inocente, sino que recibió 8 balazos durante su “detención”, y lejos de morir fue acusado injustamente por robo, fuga y asesinato, tal vez, porque su auto blanco era solamente de similar tamaño que el de unos ladrones en fuga que la policía equivocó en la persecución.

La película toma como punto central la manera en que se fraguó la causa de Fernando Carrera: la manipulación y alteración de la evidencia en el lugar de los hechos; la manipulación por parte de la instrucción policial de los testimonios de los escasos testigos llamados a declarar; la manipulación de todos los medios nacionales por parte de Rubén Maugeri, testigo clave de los hechos y presidente de la Asociación de Amigos de la Comisaría 34.

Con astucia, inteligencia, rigor y un particular humor negro, "El rati horror show" nos sumerge en las peores vertientes de nuestra sociedad argentina. Lo hace hasta tal punto que en un momento lo único que queremos es distanciarnos llenos de indignación. Pero al hacerlo, nos damos cuenta que la montaña de estiércol llegó hasta el techo, que Piñeeyro prendió el ventilador y todos, absolutamente todos, quedamos salpicados.

Los invito a sentarse cómodamente y disfrutar de esta película.

lunes, 5 de agosto de 2013

Los argentinos bajo el manto de los poderes chamánicos


Este fin de semana mi mente se ha unido al río de mi espíriu y ha estado reflexionando mucho ante la nueva condición espiritual en la que ha entrado la nación Argentina. Todo esto me ha ocurrido desde que me enteré que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador de la provincia de Jujuy, Eduardo Fellner, realizaron una ofrenda a la Pachamama en el día de su celebración, para pedir por más trabajo y producción, durante la visita al Ingenio La Esperanza. 

En la ceremonia participaron trabajadores y referentes de los pueblos originarios de la Puna y las Yungas. La Presidenta realizó la primera ofrenda a la Madre Tierra, en agradecimiento por su fertilidad, y depositó azúcar, caña, frutas, alcohol, bebidas y otros alimentos, además de la quinoa, ya que este es el año internacional de este cereal andino. 

Arrodillada frente a un pozo abierto en la tierra que simboliza la boca de la “pachamama”, Cristina Fernández participó activamente de la ceremonia donde se ofrenda a la “madre tierra” regalos sagrados, se prenden sahumerios para purificar las ofrendas y se hacen peticiones.


Los representantes de las comunidades aborígenes que encabezaron la ceremonia obsequiaron a la mandataria argentina indumentaria típica de sus pueblos.

Lo lamentable de esta noticia responde al hecho de que la cabeza ejecutiva de nuestro país tomó contacto con espíritus condenados por el Eterno Dios.  Dichos espíritus pertenecen a la categoría jerárquica que comanda todo el espiritismo que usan las fuerzas de las tinieblas para controlar las mentes de millones de seres humanos.

Para la correcta interpretación y discernimiento de esto, es necesario aportar como información que laa veneración a la Pachamama es la más antigua de las manifestaciones religiosas de la región andina de América del Sur. Corresponde a una concepción en que la Tierra es considerada un ser vivo sagrado, fundamento de la existencia.

En las regiones andinas, se veneraba a la tierra, con el nombre de Pachamama, que refleja también la profunda querencia del ser humano hacia el vientre materno. Por eso se le hacían ofrendas de agradecimiento con inciensos y productos agrícolas (q’oas) o derramando chicha (challas). En ocasiones cuando se producía alguna catástrofe o tormenta fuerte había que ofrecerle sacrificios sangrientos (willanchas) de llamas, llegando incluso a sacrificar a niños o discapacitados para desagraviar a la Pachamama. 


En tiempos de los incas el centro divino cambió trasladándose al Sol, y el culto a la Pachamama fue oscurecido y desplazado por Inti y Quilla, por Viracocha y los Hijos del Sol. La religión antigua, dirigida a la Tierra, sobrevivió en la veneración popular a las huacas, que eran las expresiones locales de lo sagrado. Los incas admitían esta supervivencia, controlada por ellos desde el Cuzco, porque las raíces duales del pensamiento andino admitían siempre la contraparte: lo alto y masculino podía tener su contraparte baja y femenina. La admitían también porque el culto oficial del Sol tenía un sentido elitista. Correspondía propiamente a los hijos de Inti, no a los simples hombres del pueblo.

Cuando el conquistador español Francisco Pizarro mata al inca Atahualpa, cuando el Sol es derrotado por el Dios de la Biblia, se produce un curioso fenómeno. Por un lado, Inti es reemplazado con relativa facilidad por el Dios cristiano, que también es varón y tiene su dominio en los cielos. Pero no declinan junto con el Sol las antiguas divinidades locales sino que, por el contrario, ellas recuperan su preeminencia.

Cuando los misioneros católicos llegaron a estas tierras interpretaron estos ritos como idolatrías y se esforzaron por erradicarlos, pero, al percibir su firme raigambre cultural, buscaron la manera de vincular el culto telúrico con la fe cristiana a través de la devoción mariana. Para ello proponían a la Virgen María como la tierra madre, reinterpretando el texto bíblico de “Ábrase la tierra y brote al Salvador” (Is 45: 8).


Se mezcló lo anterior a lo nuevo. Se llegó a una síntesis o sincretismo religioso, un proceso, generalmente espontáneo, que es consecuencia de los intercambios culturales acaecidos entre los diversos pueblos. También, hubo temor de los originarios de estas tierras de ser castigados por las reglas de los conquistadores; y los conquistadores, tal vez, viendo que no podrían combatir las creencias de las nativos se adaptaron a la situación.

La Iglesia Católica fue así llenando en nuevos moldes católicos y europeos las antiquísimas estructuras míticas de nuestro pueblo no-europeo.


Un ejemplo típico de este re-moldeo de mitos lo constituyen las fiestas anuales de celebración de la Virgen María en Salta y Jujuy, donde, pese a la imagen de la virgen y al sacerdote que guia la columna, la ceremonia corresponde más a los rituales indígenas de la Pacha Mama que a la europea Virgen María, pues el consumo de coca y alcohol, el regar con aguardiente y el enterrar ofrendas de comida alrededor de la imagen, corresponde al culto pagano-indígena de la Pacha Mama y no al ritual cristiano-europeo de la Virgen que no tiene relación con las ceremonias de fecundidad de la tierra, y mas bien niega toda idea de fertilidad, pues consagra a la virginidad como propuesta.

Actualmente, en nuestra Quebrada de Humahuaca (pcia. de Jujuy), la adoración a la Pachamama se reduce a distintas formas de propiciación. Se le reza en toda oportunidad. Es menester cada año obsequiar a la Pachamama una vaca para que se alimente. Con tal fin, el animal es subido a los cerros y ahí lo dejan perdido o atado. Igualmente, antes de tomar cualquier líquido o alimento sólido, se le participa del mismo. En los días "aciagos" se la torna favorable enterrando cosas de comer, bebidas o "vicios".

De estos rituales, la presidenta argentina se hizo propicia y con su participación llevó a todos los habitantes de esta nación, puestos sobre sus hombros por su autoridad, a dimensiones abismales llenas de caos y confusión. 

Debo señalar que las Escrituras condenan todo lo que sea brujería (chamanismo en ellaI pues es contraria al sentido apropiado de la dependencia de Dios. En la epístola a los Gálatas en el capítulo 5 verso 20, la brujería se menciona como una de las obras de la naturaleza pecaminosa humana. El libro de Apocalipsis contiene varios pasajes que condenan la brujería en los términos más firmes (9:21; 18:23; 21:8; 22:15).

La Biblia afirma que sólo Dios tiene el derecho de entender la esfera de lo sobrenatural (Génesis 40:8). Bajo la ley del Antiguo Testamento, la intromisión en la esfera de lo oculto traía la muerte (Éxodo 22:18).


Es interesante notar que varias de las palabras en el Nuevo Testamento que se traducen “hechicería” y “magia” tienen la raíz pharm, de la cual se derivan las palabras farmacia y farmacéuticos. Esta raíz se refiere a “drogas, pociones y venenos”. Los que conocen la práctica de la magia, tanto entre los pueblos tribales primitivos como los ocultistas modernos, saben que las drogas psicoactivas las usan a menudo los chamanes y los magos para inducir los estados de la conciencia dramáticamente alterados que proporcionan un conocimiento sobrenatural o contacto con los espíritus.

Ante todo esto, será pues muy importante que aquellos que se saben escogidos en Jesús el Señor, se alineen en unanimidad y luchen juntos en oración contra todos los principados y las potestades que se activaron con estos rituales de la falsa adoración babilónica.


sábado, 3 de agosto de 2013

Renzo Antonelli y la creencia errada de que los bebés se convierten en ángeles cuando mueren


A lo largo de los años que llevo sirviendo a las personas en el propósito de Dios, he descubierto que pocas experiencias pueden ser tan dolorosas como perder a un hijo. El desconsuelo domina de tal manera que no permite de manera alguna que se instale el consuelo. Por algo no existe término preciso que pueda describir y definir dicha situación. No hay palabra alguna que pueda expresar lo que un padre o una madre sienten ante este hecho. El lenguaje y los idiomas dicen que hay viudos y viudas cuando un cónyuge desaparece de esta vida. Denominamos huérfanos o huérfanas a aquellos que han enterrado a sus padres, pero ante la muerte de un hijo, solamente existe una pregunta: ¿cómo se nombra a un padre o madre que pierde a un hijo? Pues bien, no existe lengua o idioma que logre darle nombre. Y es así.

En esta bendita nación, la noticia del fallecimiento de Renzo Antonelli, el pequeño  de dos años de edad, al que le habían trasplantado el corazón, sacudió a todos los argentinos durante todo el día viernes. Hoy, sus restos serán inhumados en el cementerio privado Parque del Recuerdo, en su Corrientes natal.

También desde ayer los comentarios en los medios y en las redes sociales, pretendiendo mostrar solidaridad con los padres del pequeño y dar consuelos con palabras, solamente han logrado proclamar una herejía que por siempre ha conducido a millones al caos producto del error doctrinal y la mentira. Estoy refiriéndome a ese paradigma heresiarca que asegura que cada vez que muere un bebé o párvulo, el mundo debe regocijarse ya que en realidad Dios quiso crear un nuevo angelito para que ilumine el camino de los seres humanos.

Ante esto me es necesario ejercer la pedagogía profética. La misma fluirá siempre de las Sagradas Escrituras. Justamente, la Biblia nos dice que aunque un infante o bebé no haya cometido pecados personales los mismos pertenecen a la especia humana, una clase de criaturas muy especial y a la vez muy particular en sus aspectos existenciales. Por ende, los bebés y niños pequeños, son culpables ante el verdadero Dios, por la herencia e imputación del pecado. 

La herencia del pecado es aquella que es transmitida por nuestros padres. El rey David enseñó lo siguiente: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Como podemos meditar, David reconocía que aún desde la concepción él era un pecador. El muy triste hecho de que algunas veces los infantes mueren, demuestra que aún los pequeños son impactados por el pecado de Adán, puesto que la muerte física y espiritual fueron el resultado del pecado original de Adán (Romanos 5:12; comparar con 1ª Corintios 15:21-22). De hecho, las Escrituras revelan que no existe ninguna persona humana justa (Romanos 3:10-11); por cuando todos hemos pecado (Romanos 3:23). Por lo tanto, cada uno es culpable, desde su concepción, delante del Dios santo, justo sin importar cuán joven o cuán viejo es. Aún más, creer es un requisito necesario para la salvación (Juan 3:18-19; Hechos 16:31).

Ante esto no podemos negar que cada ser humano, infante o adulto, es culpable ante Dios. Cada persona humana ha ofendido la santidad de Dios. La única manera en que Dios puede ser justo y al mismo tiempo declarar justa a una persona, es cuando esa persona ha recibido el perdón por la fe en Cristo. 

Sabemos, por la revelación misma de Su Palabra, que Jesucristo es el único camino para llegar al Padre.  En el evangelio de Juan se registra lo que dijo Jesús, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí” (Juan 14:6). También el apóstol Pedro declara en Hechos 4:12, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” La salvación es una elección individual.

Pero la pregunta no deja de fluir en la mente de todo humano verdaderamente pensante. ¿Qué sucede con los bebés y niños que nunca alcanzaron la habilidad para hacer esta decisión personal?  Ante esto la teología ha aportado el paradigma llamado “la edad de la conciencia” Este concepto enseña que aquellos que mueren antes de alcanzar “la edad en que son responsables” son salvados automáticamente, por la gracia y misericordia de Dios. 

La edad de la conciencia” es la creencia de que Dios salva a todos aquellos que mueren antes de alcanzar la habilidad para hacer una decisión por o contra Cristo. Los trece primeros años de un ser humano, es la etapa comúnmente designada como la edad de la conciencia, basándose en la costumbre hebrea de que un niño se convierte en adulto a esta edad. Sin embargo, la Biblia no proporciona un soporte directo a la edad de los 13 años como la edad de la conciencia. Más bien, podríamos decir, que ésta varía de un niño a otro. He observado que un niño ha pasado la edad de la conciencia, una vez que es capaz de hacer una decisión de fe a favor o en contra de Cristo.

Con todo lo anterior en mente, también necesito considerar lo siguiente: la muerte de Cristo es presentada, en las Escrituras, como suficiente para toda la raza humana. La primera epístola de Juan dice que Jesús “…es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1ra Juan 2:2). Este verso es claro en que la muerte de Jesús fue suficiente por todos los pecados, no sólo los pecados de aquellos que específicamente han venido a Él en fe. 

El hecho de que la muerte de Cristo fue suficiente por todos los pecados permitiría la posibilidad de que Dios aplicara ese pago en aquellos que nunca tuvieron la capacidad para creer. 

El pasaje bíblico que parece identificarse con este tema de la muerte de los bebés, más que ningún otro, lo encontramos en el segundo libro del profeta Samuel (capítulo 12 vv. 21-23). El contexto de estos versos relata que el rey David cometió adulterio con Betsabé resultando ella embarazada. Dios envió al profeta Natán para informar a David que por su pecado, el Señor había decretado la muerte del niño. David respondió a esto con lamentos, aflicción, y oración por el niño. Pero, una vez que el niño murió, el lamento de David terminó. Sus siervos se sorprendieron de escuchar esto. Ellos le dijeron al rey David, “¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. Y él respondió; Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo; ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.”  Esta no es la respuesta de un padre abatido en luto. Es la respuesta de confianza de un hombre conforme al corazón de Dios. La respuesta de David puede ser vista como un argumento de que aquellos que no pueden creer están a salvo en el Señor. David dijo que él podría ir al niño, pero que él no podría traer al niño de regreso con él. También, e igualmente importante, es que David parece ser confortado con esto. En otras palabras, David parecía estar diciendo que él vería al niño nuevamente (en la resurrección de los muertos) aunque él no lo pudiera traer de regreso.

Por último queda una pregunta para contestar: ¿cuándo un niño muere, se convierte en ángel?

Debemos decir que de acuerdo a la revelación escritural hay dos tipos de creación. Dios hizo un mundo físico, material con criaturas de carne y sangre, incluyendo los seres humanos. Asimismo Dios creó seres totalmente espirituales que se nombran ángeles. Ellos no están limitados por un cuerpo material como los seres humanos. La Biblia nos dice que Dios utiliza los ángeles como mensajeros a los seres humanos y que existen para alabar y dar culto a Dios y servir a aquellos que son herederos de su promesa.

El error de todos los paradigmas falsos que se proclaman al morir un infante, surge del hecho que resultando muy difícil plasmar una representación o imaginar como son los ángeles, los pintores y los escritores los representaron semejantes a los humanos, con cuerpo y alas. Una gran mayoría de estas representaciones eran niños pequeños con alas (el dios cupido de los mitos romanos).

Los niños que no alcanzaron la capacidad de razonamiento fueron creados como seres humanos. Siempre serán seres humanos. Cuando mueren, no se convierten en ángeles, una clase de criatura diferente. Así como Jesús no llegó a convertirse en ángel cuando murió y resucitó, así no se va a convertir en ángel ningún ser humano. En este mundo nosotros conocemos y amamos a los niños como seres humanos. Después de la muerte los niños siguen siendo seres humanos. 

Por tanto, creo que los seres humanos que mueren como bebés o niños pequeños reciben el don de la salvación. No se les da ese regalo porque estén sin pecado; ellos también han heredado la maldición de Adán. Se les da la salvación sobre la base exclusiva de la gracia de Dios, por medio de la expiación de Cristo a su favor.

"Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:18-19).


Los bebés no tenían nada que ver con el hecho de ser herederos de la naturaleza pecaminosa de Adán. Por tanto, es lógico que se les pueda dar el regalo de la salvación sin que lo hayan aceptado conscientemente. Sólo el rechazo del amor de Cristo por ellos -algo que no puede ocurrir hasta que alcancen la edad en que les sea posible pecar conscientemente- puede dar como resultado el que pierdan el don de Cristo.

Desde estas líneas y volviendo a la noticia que me llevó a esta enseñanza, quiero expresar compasión y consuelo a los padres de Renzo en este largo camino pleno de coraje y ejemplaridad para apostar a la vida. Solamente puedo abrazarlos en estas pocas palabras, para no decir nada, pero sentir juntos que no están solos en el dolor, y que el amor de Renzo vivirá por siempre en todo aquello que, sin cancelar el duelo ni el dolor, lo recordarán en los días que estuvo vivo entre nosotros. Desde allí descubrirán que la muerte no mata. Sino que desde que el Mesías se manifestó entre los hombres y llevó el pecado humano en sí mismo hasta la muerte de cruz, aquel que está bajo su obrar (en este caso un bebé) aunque esté muerto vivirá en su poder de resurrección.